TRADICIÓN, PASIÓN Y DEVOCIÓN POR LAS CALLES AGUILEÑAS
PASO AZUL
Águilas - Región de Murcia

Madre Dolorosa

"MARÍA, MADRE DOLOROSA, JUNTO A JESÚS, EN SU PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN"

Jesús supo que había llegado su hora. Se despidió de sus padres e inició una etapa en su vida en la que predicó que el Reino de Dios estaba cerca, siendo en muchos casos piedra de escándalo de los poderosos, que reunidos decidieron que aquella situación no la podían consentir. El pueblo seguía más a Jesús, el hijo de María, que a ellos. Todos hablaban de él y lo hacían bien. Los niños le querían. Los padres lo escuchaban. Los sencillos le seguían. Era demasiado.
Prepararon una trampa y decidieron una condena a muerte en la cruz. Consiguieron unir la decepción de Judas, la incapacidad de Herodes, el hijo del cruel, y el temor del pusilánime Pilatos, el Gobernador.
Y para terminar montaron una farsa, fue condenado. La multitud fácil siempre de manipular por los poderosos, asustada pidió su muerte.
Cuando la comitiva enfilaba las calles que conducían al Calvario, María encontró a su Hijo. A pesar de la sangre en el rostro y el dolor que brotaba de todo su cuerpo, era el de siempre. Aquella espada de la que había hablado el anciano Simeón, atravesó el corazón de María. Se había cumplido la profecía y aquellas palabras eran ya de dolor en su propia carne de Madre Dolorosa. Nada se podía hacer. Había venido a los suyos y los suyos no le habían querido recibir. Hacía falta mucho coraje para mantener aún la esperanza. María lo tuvo. Llevó en su frágil cuerpo la esperanza.
María siguió los pasos de su hijo, con una pesada cruz sobre sus hombros, tamboleándose por los golpes y la fatiga. María le veía, como Madre, jugando en la plaza o trabajando en el modesto taller de carpintero en Nazaret. Su vida pasaba rápidamente ante ella: la soledad en Belén, la angustia de la huida a Egipto, el dolor de la separación... y siempre, como telón de fondo, la esperanza que aún ahora daba fuerzas a María para recorrer aquel camino junto al Hijo. Las manos que una vez curó Jesús ahora le golpeaban.
Los corazones que con tanto amor había abierto , se le cerraban.
Los amigos que le juraron no dejarle nunca, habían huido y le habían negado.
En el lugar llamado "la calavera" despojaron a Jesús de lo poco que llevaba. María vió cómo la túnica que ella mismo tejió tiempo atrás era sorteada. No quisieron partirla, pues era de una sola pieza.
A través de las lágrimas que brotaban de sus ojos , María contempló la escena. Los golpes, al clavarle en la Cruz, resonaron en sus oídos y atravesaron su corazón de Madre Dolorosa.
La Cruz fue levantada como un estandarte de dolor. María junto a la de Salomé y a la de Magdalena, permaneció junto a la cruz. También estaba allí Juan, el apóstol. De pronto el día se oscureció, Jesús perdonó a sus verdugos y antes del último aliento se dirigió a su Madre y a Juan; 
              -Hijo, ahí tienes a tu Madre.
              -Madre, ahí tienes a tu Hijo.
Todo estaba cumplido.
Por la tarde bajaron el cuerpo de Jesús. También el de los otros dos que habían ajusticiado con él.
María recogió el cuerpo de su hijo en el regazo. Ya no le quedaban lágrimas. En el rostro del hijo muerto había una paz infinita. María lo acarició como tantas veces había echo antes.
En el silencio de la tarde, ayudado por los amigos, llevaron el cuerpo de Jesús a un sepulcro nuevo que le habían dejado. Lo envolvieron, según la costumbre judía con aromas y lienzos. Cerraron el sepulcro con una gran piedra y volvieron a la cuidad. Fueron días de angustia para María. La esperanza parecía haberse esfumado en el fracaso. Pero María seguía esperando. No sabía cómo. Sí sabía por qué.
La Pascua trae la primavera.
Se celebra la liberación del Pueblo de Israel. Es la fiesta de los que dejan de ser esclavos para ser hijos.
El pequeño grupo que permaneció junto a la Cruz hasta el final vivió con María aquellos días festivos en el silencio de la espera.
El primer día de la semana llegó la gran noticia. El sepulcro estaba abierto y vacío. No había que buscar entre los muertos al que estaba vivo. La esperanza estaba cumplida. Estaba amaneciendo una nueva era. Todo era nuevo. Todo era luz. Jesús había resucitado, venciendo la muerte.
   
                                                                                        Antonio Roche Navarro



© 2008-19 Paso Azul -Águilas-

 

 "Pincha para reproducir" "Marcha procesional: Pasión, Muerte y Resurrección"
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